sábado, 5 de julio de 2014

Georgia O'Keeffe. Erotismo de colores



Mediodía de un lunes. Cincuenta preciosas adolescentes esperaban las imágenes de mi primera clase de Afecto y Sexualidad. Ellas y yo primíparas. Yo estaba en pausa desde hace ya varios años. Tantos como para no conocer una tecnología bastante ajena a mí, legendaria maestra del tablero verde,  tizas de colores y  borrador de fieltro.

Antes la cosa era muy sencilla: sujeto, predicado y complementos. Los sustantivos tan comunes, los verbos tan caprichosos, los predicados ya aplicados y lo tácito siempre tan expuesto. Y esto último cada vez más vigente. De ahí la necesidad de una clase como la mía. Los susurros y las risas iban en crescendo mientras se organizaban los cables, el video beam y el muro blanco. Tan desnudo. Tan vírgen. Tan callado. De pronto, una explosión de colores irreverentes e insinuantes iluminaron los ojos de las niñas quienes habían dejado de parpadear, de reir y de hablar. Un efecto paralizante y sublime invadió el salón. Sobraron las preguntas. Las niñas de colegio se transformaron en seres míticamente sensuales. Los ruidosos colores pintaron sus caras y la luz de muchas lunas se les refundió en el pelo. Ellas observaban. Ellas entendian y se sabían reflejadas en las azules flores abiertas, en las verdes montañas inmensas, en los palpitantes remolinos rosas y magentas. Trascendimos todas en el espacio y en el tiempo y la abrazamos. Con su mirada valiente y los pinceles aún frescos, Georgia sonrió con la complicidad de sabernos cuatro en una, una en todas.

Somos las que somos. Con lunas, con alma, con misterio Así nos honramos. Y así nos cuidamos. Con vocación de ánfora, tenemos  la noble y perpetua misión del agua.

Gratitud, amor, LEALTAD  y el alma siempre abierta. 

Esa fue mi primera lección.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bellísimo.