La Pedagogía Pekerman
Sí. Lo confieso. Nunca me había enstusiasmado el fútbol. Quienes me conocen, se sorprenden al verme con la camiseta de la selección o gritando a todo pulmón nuestros goles. Quienes me conocen, saben que hasta el momento, mi vocabulario había sido (casi) impecable. Que no sabía lo que era un fuera de lugar o que al balón se le llama esférica. He sido parte de la gran minoría de colombianos que piensa que mientras tengamos tantos problemas sociales, no podemos entregarnos a pasiones adormecedoras de una sensibilidad urgente, llámese fútbol, religión trasnochada o políticas amañadas e inútiles. He pasado por antipática, indiferente y de cualquier forma "rara" cuando se asumen esos temas y muchas bromas me he ganado por mis silencios o mis comentarios jocosa e intencionalmente desatinados. Sí. Nunca me había entusiasmado el fútbol por falta de esperanza. Seguir el fútbol por seguir el deporte simplemente, no me pareció nunca ni divertido, ni educativo... hasta ahora.
Hoy tengo la camiseta de la selección puesta, lista para seguir el partido con la pasión y con la alegría de ver a once muchachos haciendo patria y dándonos la mejor lección que podemos recibir los colombianos: trabajar en equipo. ¡Qué gran maestro el Señor Pekerman! Ha logrado entender cuál es nuestro lado débil: un ego inmenso que, hasta el momento no nos ha llevado a buenos lugares. Ni en fútbol, ni en política, ni en religión, ni en educación, ni en la vida misma. Escuchar, seguir instrucciones, atender, compartir, trabajar en equipo, honrar nuestra identidad, sabernos capaces. Esa es su pedagogía. La que necesitamos todos los colombianos. La que nos da las herramientas necesarias para esa anhelada paz. Esa es la lección. Oportuna y preciosa lección. Por eso hoy tengo mi camiseta puesta. Como maestra debo seguir observando y aplaudiendo el gran trabajo del maestro y la alegre valentía de sus muchachos. Si ganamos o no hoy (y tengo toda la fe en el triunfo) ya tenemos ganancia en pedagogía de la paz.
Hoy se aplazan las preocupaciones y las tristezas. ¡Hoy se vale soñar!
Gracias profesor Pekerman. Sus instrucciones serán cuidadosamente seguidas.
Sí. Lo confieso. Nunca me había enstusiasmado el fútbol. Quienes me conocen, se sorprenden al verme con la camiseta de la selección o gritando a todo pulmón nuestros goles. Quienes me conocen, saben que hasta el momento, mi vocabulario había sido (casi) impecable. Que no sabía lo que era un fuera de lugar o que al balón se le llama esférica. He sido parte de la gran minoría de colombianos que piensa que mientras tengamos tantos problemas sociales, no podemos entregarnos a pasiones adormecedoras de una sensibilidad urgente, llámese fútbol, religión trasnochada o políticas amañadas e inútiles. He pasado por antipática, indiferente y de cualquier forma "rara" cuando se asumen esos temas y muchas bromas me he ganado por mis silencios o mis comentarios jocosa e intencionalmente desatinados. Sí. Nunca me había entusiasmado el fútbol por falta de esperanza. Seguir el fútbol por seguir el deporte simplemente, no me pareció nunca ni divertido, ni educativo... hasta ahora.
Hoy tengo la camiseta de la selección puesta, lista para seguir el partido con la pasión y con la alegría de ver a once muchachos haciendo patria y dándonos la mejor lección que podemos recibir los colombianos: trabajar en equipo. ¡Qué gran maestro el Señor Pekerman! Ha logrado entender cuál es nuestro lado débil: un ego inmenso que, hasta el momento no nos ha llevado a buenos lugares. Ni en fútbol, ni en política, ni en religión, ni en educación, ni en la vida misma. Escuchar, seguir instrucciones, atender, compartir, trabajar en equipo, honrar nuestra identidad, sabernos capaces. Esa es su pedagogía. La que necesitamos todos los colombianos. La que nos da las herramientas necesarias para esa anhelada paz. Esa es la lección. Oportuna y preciosa lección. Por eso hoy tengo mi camiseta puesta. Como maestra debo seguir observando y aplaudiendo el gran trabajo del maestro y la alegre valentía de sus muchachos. Si ganamos o no hoy (y tengo toda la fe en el triunfo) ya tenemos ganancia en pedagogía de la paz.
Hoy se aplazan las preocupaciones y las tristezas. ¡Hoy se vale soñar!
Gracias profesor Pekerman. Sus instrucciones serán cuidadosamente seguidas.
( Escrito para mis amigos de Facebook, arriesgándome en un tema aparentemente lejano a mí pero siendo finalmente pedagógico. Publicado en la revista Foco Empresarial, de PeoplePass, por Adriana Yepes. )
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