sábado, 22 de agosto de 2015

Fui por especias y me encimaron historias (Kalipay)



Sospecho que los verdaderos y más celosamente guardados secretos de la seducción amorosa, política y religiosa han estado por siempre en la cocina. Así de sencillo. Así de primitivo. Así de humano.

Aunque no nos demos cuenta, somos poseedores de la fórmula mágica para las pociones de amor y pasión escrita detrás de nuestras fosas nasales y muy pegadas a nuestras papilas gustativas , aderezada con una sonrisa  provocadora. Parece ser que, desde estos modestos rincones empiezan las aventuras sensuales que narran los cuentos antiguos , las mismas que originan las más cruentas guerras y los más  bellos poemas escritos con la piel. Los dioses se encargaron desde el comienzo de los tiempos de proveernos de aquello que mezclan las hechiceras y los brujos  con todos los fines nobles o clandestinos. Polvos de colores, olores ancestrales, sutiles o salvajes, vida pulverizada, magia de sol y de luna. 


Unos los llaman hechizos. Otros, Especias.




Con la sabiduría que le han dado durante  años la buena sazón,  Amalia Ochoa Piedrahíta, nos enseña a identificar la pureza  de las pimientas, las sales, la cúrcuma , la vainilla, la mostaza y cientos  de especias más, respaldadas por leyendas, de amores y desamores, rastros de caminos condimentados con silenciosos triunfos y tal vez vencidas soledades. Desde Marruecos la India y atravesando el Atlantico hasta  la Embajada de Francia y de allí a las manos de Amalia, aprendemos hoy el secreto de la humanidad, aquel con el que se cocina la sensualidad y la pasión. Ella y su hija María del Rosario, heredera de la tradición y la gentileza, se encargan de transmitir el secreto de brujos convertidos en cocineros de alta alcurnia. Con increíble sencillez y generosidad, madre e hija comparten sus historias y recetas y aunque ellas no lo sepan, las mesas de muchos hogares vibran en medio de fantásticos olores y sabores cocinando el  amor y el alma.  De ello, doy fe.





Trabajan para la felicidad, desde la Kalipay, bellísimo local donde no sólo se compran especias, sino que se aprenden recetas de cocina, recetas de vida y mucha historia. Allí, si miras con cuidado y sabes escuchar, ronda Cristóbal Colón llevando apurado la pimienta desde Jamaica, Abdalah y los mercaderes de Marruecos entre camellos inquietos que aún insisten en hacer daños afortunados como resultó ser el Ras el Hanut, hoy cuidadosamente empacado en bolsitas de celofán por Amalia y María del Rosario. Pregúntales a ellas qué hicieron los camellos , cómo se preparan las mejores lentejas o cuál es el secreto azteca de la  sopa de tortillas, entre otras muchas historias legendarias.




Dos mujeres maestras de la exquisitez, todos los dioses, cientos de historias, muchas recetas y el secreto de la verdadera seducción culinaria, en Kalipay.



No hay comentarios: